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Con la ayuda del Servicio de Bibliotecas de Donostia Kultura, la editorial Denonartean ha publicado el álbum ilustrado Elbira Zipitria andereñoa, obra del escritor Antton Kazabon y del ilustrador Jokin Mitxelena. Se quiere reconocer así la figura de Elbira Zipitria, maestra que desarrolló su labor principalmente en Donostia, y acercarla a los más jóvenes.

Presentación del libro Elbira Zipitira andereñoa

Editado en color, con tapa dura, el libro tiene 36 páginas y una tirada de 800 ejemplares. La publicación estará presente en todas las secciones infantiles de las bibliotecas de Donostia Kultura y llegará a los centros escolares a través del programa Liburuka. Se podrá adquirir en librerías a 15 euros.

De acuerdo con su línea de ayudas a la creación, Donostia Kultura ha apoyado la edición de varios libros estos últimos años. En concreto, en 2023, Igeldoko historia eta istorioak, de Jabier Iraola Gabilondo; en 2022, Morlans denboran zehar = Morlans a través del tiempo, de Claudio Artesano Garicano; en 2020, Burnizko potoa, de Jokin Mitxelena y Antton Kazabon. En todos los casos han sido trabajos relacionados con nuestra ciudad.

Elbira Zipitria

Elbira Zipitria nació en Zumaia en 1906, pero, siendo ella muy joven, la familia se trasladó a San Sebastián por motivos laborales del padre. Tenían su casa en el número 26 de la calle Fermín Calbetón de la Parte Vieja.

Elbira realizó una gran labor a favor del euskera, entre otras muchas cosas. Puso en marcha a escondidas la primera ikastola tras la Guerra Civil, utilizando pedagogías innovadoras y educando juntos a niñas y niños en la misma aula, en igualdad e íntegramente en euskera. Formó a otras maestras, y tuvo tiempo para dar clases de alfabetización a los padres en la “Gau eskola”.

Estudió magisterio y a los 22 años empezó a trabajar en el colegio Koruko Andre Maria, donde dos centenares de niños y niñas eran escolarizados en euskera. Al igual que otros muchos vascos, tuvo que huir en 1936. En su exilio, siguió dando clases en Azkaine, Ziburu, Donibane Lohizune y Sara, al tiempo que continuó estudiando y formándose en nuevos métodos de enseñanza.

Regresó a Donostia en 1942, y se topó con una situación muy mala: el euskera estaba prohibido, la enseñanza era obligatoria en castellano y el sistema educativo era anticuado. A pesar de estar sancionada, escolarizó a niños y niñas. Comenzó a enseñar en varios pisos hasta que, finalmente, creó un aula en la sala de su casa, en la calle Fermín Calbetón, 26. Aquella aula puede considerarse como la primera ikastola tras la Guerra.

Muchas de las nuevas maestras de la época realizaban con Elbira prácticas de un año en aquella pequeña ikastola, lo cual les servía para adentrarse en los nuevos métodos de enseñanza.

Elbira siguió trabajando hasta que se fueron creando y legalizando nuevas ikastolas. En Tolosa, Pasaia, Lazkao, Bilbao, Oiartzun, Hernani, Lasarte, Añorga... En San Sebastián tuvo un papel destacado en la creación de la ikastola Orixe.